Hace un año del confinamiento que
ralentizó nuestras hábitos sociales, deportivos, escolares y familiares. Tras dos meses de confinamiento
y siguiendo relativamente el curso en condiciones virtuales, en
junio realizamos los exámenes presencialmente en el Instituto con las
medidas sanitarias aconsejadas. No obstante, estábamos contentos porque nos
reencontramos con los compañeros.
El verano fue más tranquilo, al estar
en la costa tuvimos menos afluencia de turistas, sobre todo extranjeros ya
que España había conseguido el renombre mundial del país más contagioso; aunque,
con los años, todo se ha olvidará y volveremos a tener la afluencia del turismo
anterior.
Este invierno ya estamos todos vacunados y,
si no nos lanzan otro virus de laboratorio, la vida transcurrirá normalmente.
Después de un año, estamos en un punto en que la economía se está
estabilizando.
Esta experiencia ha revalorizado el
trabajo de los facultativos que, valientemente, pusieron en riesgo su vida para
salvar muchas más y tenemos que añadir el personal de supermercados, gestores
de incidencias, servicios de desinfección y muchos otros trabajos invisibles a
la opinión pública.
Gracias al buen confinamiento los
territorios más afectados, principalmente grandes ciudades, se superaron y se
pudieron comprobar que, en estas condiciones de reducción de emisiones de
gases, ha mejorado el bienestar medioambiental.
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