Castell-Platja d’Aro, 8 de mayo de 2020
Querida amiga del alma,
Siempre sucede que los momentos ordinarios
se vuelven especiales con el tiempo, como muchos de los que he pasado contigo.
Hace unos años, eras igual al resto de personas que habitaban la Tierra; pero,
con el paso del tiempo, te volviste única para mí, hasta el punto que era más
agradable disfrutar del silencio a tu lado.
Realmente, extraño tu rostro cuando evoco las
emociones que expresa. Rememoro los libros de ficción que leímos y añoro los
días que volvíamos a casa en autobús. Me acuerdo de que, cuando estábamos en algún
lugar elevado, tú decías: “Ni se te ocurra saltar que, si no, después voy yo”.
No se siente la presencia de un amigo,
siempre estás demasiado cómodo. La lista de esos recuerdos es tan larga que,
si la describo, nunca terminaré.
Dejando todo aparte, espero verte pronto.
Abrazos digitales.
Tu mejor amiga,
Maria
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