Todavía recuerdo cómo, hace exactamente un año, estábamos todos confinados, cada uno en su casa sin poder salir. Cuesta creer cómo antes de que anunciaran que deberíamos quedarnos encerrados no valorábamos algo tan simple como tener un balcón, un jardín, o un perro.
Me gusta creer que el Coronavirus tuvo su parte buena, a pesar de todas las muertes que causó. Gracias a él hemos podido entender que somos unos seres insignificantes. Al fin y al cabo, somos los únicos a los que nos afectó este virus. Esto da mucho de qué pensar, significa que realmente somos muy vulnerables a todo lo que nos rodea, y a la mínima puede acabarse todo. Por lo tanto, no puedes asegurar nada en tu futuro, todo puede llegar a su fin en una milésima de segundo.
Esta situación ha demostrado que hay que vivir en el presente, porque es lo único seguro que hay.
Creo que tienes razón ya que no valoramos la suerte que es tener un balcón o un jardín, y simplemente empezamos a hacerlo a causa de esta gran crisis que nos tocó vivir, cuando no se podía salir a la calle. También coincido en que nos ayudó a darnos cuenta que no somos invencibles y la vida puede acabarse antes de lo que nos gustaría.
ResponderEliminarEstoy muy de acuerdo con lo que dices, de que hay que vivir el presente porque es lo único seguro que hay. Siempre nos preocupamos más por el futuro y nos olvidamos de vivir el presente y, salta a la vista que el futuro se puede desmoronar en un simple segundo.
ResponderEliminarMe identifico totalmente con lo que dice, siempre hemos penado en el "mañana haré..." pero nadie nos asgura que ese mañana exista.
ResponderEliminarLa manera en el que el autor expresa, dice lo que opina y siente me gusta mucho. Estoy totalmente de acuerdo con la frase "hay que vivir en el presente, porque es lo único seguro que hay" ya que siempre estamos pensando en el que haré mañana y nunca en lo que haré hoy.
ResponderEliminarDúnia Diyaf 2nA